La primera cuenta que tuve en mi vida, la abrí en el Banco Simeón (hoy Caixa Geral de Depósitos). Vivía en México y quería tener una cuenta para ingresar algo todos los meses de trabajo en el verano para poder venir a España.
A principios del mes de diciembre, el banco nos comunicó a todos sus clientes de que cerraba la oficina en A Lama el 31 de enero de 2014, y pasábamos a formar parte de la oficina en Ponte Caldelas.
Además de la nostalgia por el cierre de la sucursal bancaria me pareció un golpe muy duro para la capital del Concello, pues un banco siempre genera movimiento. Los jubilados que vienen a retirar a principios de mes, los emigrantes que mantienen ahí sus ahorros, cuentas de órganos oficiales, etc...
Cuando llegué al Pleno de A Lama del mes de diciembre, se me ocurrió que todos los partidos políticos presentes (PP; PSdeG-PSOE y BNG) podíamos firmar un comunicado dirigido a la dirección nacional del Banco para que evitase el cierre de la sucursal.
Cuando lo comuniqué, el alcalde nos dijo que "conocía el tema, y ese mismo día había cancelado las cuentas con el banco, por que sabía que se iba". Sin embargo, estuvo de acuerdo con hacer el escrito y enviarlo el lunes siguiente a primera hora.
Desconozco si lo hizo. Pero la anécdota retrata una forma de gobernar muy clara. La resignación es una máxima en el gobierno municipal de A Lama. ¿Va a cerrar? ¿pues que le vamos a hacer? Ni modos... vamos a cancelar las cuentas y ya está....
Algo parecido nos pasó en el pleno del 28 de noviembre. El Grupo Socialista presentó una moción para evitar la subida del canón de SOGAMA y de la tasa de las basuras para todos los vecinos. Queríamos que la coorporación municipal manifestara su rechazo a la subida planteada por la Xunta. El Alcalde y todos sus concejales votaron en contra de la moción, justificando que "era lo que había, y el Concello asumiría el coste...."
Con la historia del Colegio de A Lama nos encontramos con el tercer caso de pasotismo y abandono de resposabilidades.
Si no se lucha para defender los intereses básicos de un Concello, estamos condenados a desaparecer.
Qué movidas!
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