lunes, 16 de enero de 2012

Una anécdota con Manuel Fraga...

Llevaba dos años trabajando para el Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados cuando planeamos ir a comer un cocido a la famosa taberna de La Bola, y de paso, visitar el Senado. Era un viernes, y como no trabajaba por la tarde me parecía una estupenda oportunidad de conocer el Senado de la mano de un compañero, aprovechando también que a esa hora y en ese día pocos políticos andarían por los pasillos de la Cámara Alta.

Pasamos el control policial y despues de recorrer la Biblioteca (preciosa) ahí estaba Manuel Fraga caminando con su particular estilo.Se acercó hacia nosotros y nos saludó. Al decirle un amigo que era gallego, mostró un mayor interés en saber de mí que del resto de compañeros. "¿Socialista?, eso xa non me gustou", me espetó Fraga ante la mirada de todo el mundo. Luego me preguntó que de donde era, y al decirle que de A Lama, se recordó de la cárcel, de Manuel Rial y de, lo más curioso de las Ermitas, de su romería y de la importacia del entorno. Le conté que habían robado el Monumento al Emigrante y se apenó, preguntándose como era posible que hubieran movido semejante estatua sin que nadie se percatara. Una mano en la espalda y ahí se fué caminando a su despacho.

Luego estuve charlando con los policías y ujieres del Senado. Me interesaba saber que hacía Fraga en el Senado un día como ese, en el que resto de senadores estaban en sus correspondientes circunscripciones. "Pide muchos libros a la Biblioteca, sobretodo de la reforma del Senado. Además recorta notas de periódicos y las envía por correo a amigos y políticos". "Algunos días, cuando pasan las once de la noche, tenemos que despertarlo, para poder cerrar las instalaciones".

Me quedó muy grabada esa visita. Reflexioné en el momento como aquel hombre que fué de todo en su vida, desde Ministro de Propaganda del dictador hasta un demócrata "convencido" que amó a Galicia y a España, había terminado su vida política encerrado en un despacho de la Cámara Alta haciendo recortes de periódicos. Tanta era su ansia por el trabajo, tantas sus ganas por seguir sirviendo al país.

En otra ocasión, hablando con un buen amigo que conoció bien la Transición y a los políticos de todos los partidos me contó: "Es un hombre muy autoritario. Te escucha, pero despues hace lo que el piensa. Además es extremadamente conservador. Ahora, eso sí, honesto y muy honrado. Es el único político por el que pongo las manos al fuego. Tantos años en política era para que fuera muy rico, y estoy seguro que jamás ha cogido un euro que no le correspondía.".

Descanse en paz, pues Manuel Fraga Iribarne. Que nos quede su espítitu de servicio y su aprecio por el trabajo. Y que sus ideas sobre la convivencia entre los ciudadanos muchas veces machistas y homófobas se vayan con él a la tumba....

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